Catherine
Arráncame la Vida

Al día siguiente dudé acerca de la asistencia a la facultad pero terminé yendo al final de todo……Por otro lado, Cynthia no paró de preguntarme en todo el camino a Nikxor sobre mi estado de salud; me veía verdaderamente enferma y aunque me haya esforzado arduamente en un completo maquillaje para ocultar toda sospecha de insomnio, claramente fallé y no pude evitar la enorme avalancha de preguntas que me formularon en un tono alarmante en el trascurso de las clases.
-No dormiste muy bien Cathy?-
-Pasa algo?-
-Te sientes bien..?-
-Estás enferma?-
-No quieres ir al doctor?- ofreció Ryan muy amable de su parte.
Sus turbados ojos claros posicionados bajo sus cejas ceñidas me convencieron y decidí que en la siguiente hora iría a la enfermería de la universidad.
Benévolo, se ofreció a escoltarme hasta la puerta de ésta antes de negarme mintiendo que Mellisa me acompañaría y ocasionando una reconsideración en faltar a su siguiente clase dónde verían un nuevo tema y era necesario que él asistiesa.
Al final, fui sola
En mi trayecto al edificio III , sitio donde se localizaba el centro de atención médica de Nikxor, me encontré con Kevin en una máquina de refrescos; parecía enojado y comenzaba a patear levemente el objeto expendedor de color rojizo.
-Hey. ¿Ocurre algo?- pregunté entre leves risas. La escena era tan divertida de ver y reírse no era una opción, era un factor inevitable.
-La estúpida máquina no me da el refresco- exclamó claramente frustrado con sus cejas torcidas y su mirada amenazante dirigida al objeto.
-Bueno, realmente la culpa lo tienen los fabricantes. ¿No crees?- expliqué riendo y recordando la primera vez que me sucedió algo parecido mi padre me había tranquilizado aclarándome que golpear la máquina no serviría nunca de nada.
-Toma, no creo que suceda dos veces, si no, entonces está fuera de servicio- dije sacando de mi bolsillo un par de monedas plateadas con dorado, siempre se me olvidaba mudarlas a mi cartera, tenía la manía de dejar dinero en los jeans o sudaderas y al final terminaba perdiendo mucho de este.
-Oh no, enserio gracias pero no podría aceptarlo. Mejor intento en otra, me tengo que ir que se me hace tarde- dijo con una sonrisa tomando su mochila azul que había dejado en el suelo y moviendo su mano en forma de despedida
–Gracias Cath, nos vemos- dijo en lo alto desapareciendo entre el gentío.
Permanecí allí, viendo aquél objeto que había causado la frustración de un amigo. Un objeto inanimado que no tenía la culpa de absolutamente nada.
Metí las monedas que mi mano sostenía en un costado y aún así no sirvió tras apretar el botón con el dibujo de la bebida que quería.
-Estupidez- dije rendida.
Giré 90° mi cuello y decidí sentarme en un banco blanco que encontré allí mismo, la enfermería podría esperar……… Aparte… ¿Qué le diría?
-Ehmmmmm…. Mi novio es un vampiro. Tiene una pastilla que me ayude?-
No estaba en un estado adecuado para estar ideando y diciendo mentira tras mentira y tras mentira. Lograr que una red de engaños tuviese concordancia es mucho más difícil de lo que uno cree. Planear todo aquello no estaba en mis planes y no quería agregarlos a último minuto.
Enfrente de mí, la multitud se movía de un lado a otro; las personas caminaban apresuradas para no llegar tarde a su siguiente clase o a la próxima reunión que tendrían.
El día era templado y no hacía tanto frío cómo en fechas anteriores, realmente sólo estaba un poco nublado pero el sol atravesaba estas nubes y creaba cierto calor que las personas no apreciaban ni disfrutaban ya que caminar era suficiente para generar un poco de sudor propio. Los rayos solares definitivamente no favorecían.
Justo en ese instante.
Una palabra llegó como un rayo en una noche de tormenta eléctrica….
“Vampiro”
………… Simplemente era algo no creíble y al mismo tiempo era de esperarse si echaba un vistazo a lo que había vivido y presenciado hace poco.
Arthur……………………………. Arthur de Brun, Un…………… vampiro…?
Poner su nombre y aquella palabra en una misma oración era tan fácil gramaticalmente hablando, no obstante, mirándolo de un punto racional era todo lo opuesto.
Rompía las leyes de lo “natural”.
El mundo estaba loco y me había decepcionado; había confiado tanto en esta vida y ahora me topaba con una situación que no podía ser más desaliñada y te preguntabas dónde quedaban los mitos y leyendas y todos esos temores ocultos que nunca pensaste se iban a ser realidad e ibas a estar allí para descubrir uno de los secretos más grandes que guardaba tu planeta.
Puse mis manos contra mi cabeza y sobrecargué mis codos en mis rodillas quedando mi vista al piso.
Omití el dolor punzante de mis codos.
No podía pensar o más bien no quería, sabía que debía hacerlo para afirmar y justificar en qué posición me encontraba y ayudar a que todo esto cediera un poco, sin embargo, era tan difícil decidir de dónde y qué comenzar a analizar. Tan sólo tocaba un tema y miles de preguntas hambrientas se embestían con gran deseo a ser contestas. Era alucinante.
No me percaté de nadie por estar distraída en mí y con un saltó reaccioné al ser tocada por una mano que presionó mi hombro para anunciar su aparición.
-¿Estás bien?- preguntó un hombre alto de unos 30-36 años de cabello café castaño claro y unos lentes con mica oscura y gruesa.
Tenía un aspecto algo senil que contrastaba demasiado bien con sus ojos azules los cuales parecían vivos, merecientes de alguien muy muy joven (incluso podría considerarse cómo a los de un niño).
Estaba vestido más formal de lo normal y en su mano sostenía un portafolio afirmando que se trataba de un profesor.
-Oh, sí maestro, sólo estoy un poco cansada- Me erguí.
No quería ahora ir a la enfermería de forma obligatoria.
-En todos mis años de experiencia, y no laborales, sé cuando alguien miente para quitarse algo o alguien de encima…... Si necesitas alguna ayuda y está a mi mano la respuesta, podría sugerírtela si tengo suerte de conocer su problema- sonrió tomando asiento en la misma banca blanca en la que yo estaba.
Me sorprendí.
¿Cada cuánto me sucedía esto?
Pareciese que mi hada madrina( o en este caso padrino) personal hubiese bajado para responder a todas mis preguntas y mis peticiones….
Lo sobrenatural parecía ser lo mío.
-Bien, el problema es que……- dije sentándome y parando de hablar súbitamente al instante en el que me di cuenta que no conocía la forma exacta y correcta de contarle a alguien mi problema sin decir precisamente algo que delatase aquél secreto que llevaba cómo letra “V” la primera palabra principal.
El día anterior antes ir a dormir y después de un día completo de debate contra migo misma, llegué a la conclusión que no diría absolutamente nada al respecto.
Para comenzar quedaría como una lunática que se vive las noches viendo películas de terror y alucina sucesos extravagantes. Estaba convencida que nadie en su sano juicio me crearía y aparte… estaba igual de segura que era el secreto más grande entre Arthur y yo…………. Tal vez actuaba como una estúpida al tomar esta decisión o incluso no era nada perjudicial, aún lo quería y no me importaba ser una idiota, no me permitiría lastimarlo.
Obviamente existía el peligro al yo saber de este acontecimiento que nunca debió ser descubierto. ¿Habría alguna objeción para no matarme y finalizar con la amenaza de que se esparciera su secreto?
No sabía realmente, podría no haber ninguna ya que creía yo , fue sincero cuando me dijo que me quería o podría aún así asesinarme para proteger su vida y la de su…..especie….
Quizá nunca lo sabría pero debía añadir que en todo el tiempo que pasé a su lado nunca me sentí metida en un embrollo que amenazase mi vida; nunca presencié un acto “vampírico” que amenazase mi salud. Todo estuvo perfectamente oculto.
-Mi….. mi novio- dije en un tono muy bajo, dudé si me escuchó completamente
– Ehmm, él…………... Más bien, ayer me enteré de algo que en cierta forma……………. me……… lastimó. Sí, es……, más bien, cambia todo lo que hemos vívido- dije confundiéndome con mis propias palabras, no encontraba otra manera de explicarme sin decir algo delatador.
-Oh. Ya veo. Un secreto que cambia todo- manifestó entrecerrando los ojos. Tal vez imaginando qué diablos podría ser pero muy amable se esquivó cualquier pregunta que me incomodase y decidió respetar mi privacidad no intentando conocer plenamente de qué hablaba con exactitud.
-Sí, un mald…………- solté aire rápidamente
– Bueno, pensándolo bien, no es tan grave ¿Sabe?, creo….. Supongo, que él no tiene la culpa- dije aún en un tono más bajo de lo normal a una conversación.
En mi mente volvían a aparecer voces discerniendo todas las nuevas ideas que extraía de nuevas reflexiones.
¿Cómo te conviertes en un vampiro?Según mi experiencia y las múltiples leyendas y películas que había oído y visto, podría ser por una rito…..
(Lo cual dudaba demasiado, Arthur no tenía pinta de gótico… ) o igual por una mordida de un vampiro, opción que desglosada terminaba en una acción involuntaria.
– Entonces no estás segura que lo que realmente te lastima no es el secreto si no el hecho que no te lo dijo?- preguntó calmadamente al instante en el que me miraba con sus ojos amables y tranquilos.
Parpadee como 5 veces seguidas y me di cuenta que mi boca se había abierto un poco. La cerré para no parecer como una trastornada.
-C..cómo?- fruncí mis cejas.
-Te enoja mucho que no te lo haya dicho o me equivoco?- preguntó directamente y decidí responder a esa pregunta de la misma forma y sólo basándome en ese aspecto.
-Obvio! Tuvo tantas oportunidades, debió haber confiado en mí, él……… debió habérmelo dicho- me exalté un poco y subí tres tonos mi voz demostrando suficientemente mí claro enojo.
-Eh aquí tu verdadera razón de tu frustración…. Creo que debes analizar si realmente te importa en sí el secreto y más bien te enfada el porqué no te enteraste antes- aclaró poniendo su dedo índice en la parte de sus anteojos dónde estaba el puente de la nariz para subírselos lentamente de una forma muy intelectual.
………………….
Shit!Tenía razón.
¿Acaso el hecho de que fuera otra …….. Otra especie cambiaba algo?
No…
Si lo pensaba detenidamente y hablaba con sinceridad me daría cuenta que aun si él fuera un
ovni yo seguiría sintiendo lo mismo por aquél sujeto pálido, alto, amable y hermoso que era, porque todo lo que vivimos no había cambiado….. Él no, solo el título de “especie”…………
Debía contar DEMASIADO el que nunca me preguntó si quería brindarle algo de mi sangre… o tal vez me tenía preparada para su cena final….
No, ¿Cómo me atrevía a pensar eso sí él mismo fue el que me salvó de aquellos dos cuando fácilmente pudo haberme compartido?........ Y amanecer en mi cama sin ninguna nota de amenaza que si decía algo era mujer muerta….
Enserio que había sido prejuiciosa.
Ser “vampiro” era solamente un título, él seguía siendo él, Arthur de Brun, el mismo con el que había salido todos estos días…. Él mismo que inundaba mis pensamientos y me hacía sonreír, y aquél vampiro era al quien yo quería.
No había cambiado, no podría y no lo haría.
Este estado de nervios y desesperación en el que me encontraba se daba por el rechazo a aceptar que algo como esto existiese en mi mundo.
Y que me enterase de esta forma tan… inesperada……. realmente no ayudó mucho.
-Tiene razón. Al final, no cambia lo que él es..- emití en voz alta asombrándome aún más.
–Sin embargo, tampoco puedo dejar pasar todo esto, ¿Por qué no me lo dijo? Cuáles fueron sus verdaderas razones para….- me detuve antes de mencionar la frase completa y lo miré enseguida.
-Y ya hablaron de esto?-devolvió la mirada.
-No, no lo eh visto- dije quitándola y poniéndola en mis manos que jugueteaban con un anillo que traía.
Necesitaba verlo, no sabría cómo sería cuando lo viese pero sabía con certeza que debía verlo.
-Creo que deberían hablar y dejar que él exponga sus argumentos ¿No crees? Debe tener una razón muy razonable válgame la redundancia para que haya hecho todo lo que hizo o dijo- exclamó mirando al paisaje del frente el cual era ocupado por estudiantes y jardineras de diferentes colores que embellecían la vista
-Todos merecen una oportunidad para una explicación no crees?- preguntó de nuevo.
Claro, siempre apoyando la justicia seria una hipócrita si no lo hacía. Aparte quería volver a abrazarlo aún con los nervios que me dominaban.
La mitad de mí era esta parte racional que decía que no. Que si tenía sentido común no debía verlo de nuevo y debía sentir temor por él y eh la otra parte que decía que nada pasaría, que todo iba a estar bien y no había ningún peligro.
Hasta este punto ya había decido y no me retractaría, tal vez había escogida la opción menos conveniente o más bien menos ecuánime o normal.
Sin embargo,
¿Qué era normal? Quién decidía qué era o no normal?...-Por supuesto, todos merecen segundas oportunidades- dije distante mirando el grisáceo suelo rocoso.
Suspiré y enseguida él sonrió triunfante a que me haya podido ayudar.
–Muchas gracias- dije al ver cómo se paraba del asiento y se acomodaba su camisa a la cual se le habían creado unos pliegues haciendo irregular su vestimenta.
-Debo irme, tengo que llegar a mi casa rápido para darle una sorpresa a mi hermana que vino de visita- dijo feliz seguramente imaginándose ya la alegre escena.
Sonreí calmada, estaba serena y realmente ya no quería pensar.
Me quedé allí, sentada, viendo pasar a poca gente caminando con libros, portafolios, laptops, platicando con amigos, o solos……
Con el transcurso de los minutos me aburrí, fui a la biblioteca y me dispuse a leer un libro. Moría de sueño, no había dormido más de 3 horas y esta podría ser la razón de mi inmenso cansancio. La noche anterior había intentado con todas mis ganas conciliar el sueño, sin embargo nada llegó, se suprimió el efecto de las pastillas que tomé y me di cuenta que no podía estar peor este día.
Sentada sola en una mesa de la enorrrme biblioteca, pensé llamar a Scott y distraerme un rato pero cuando mi mano se dirigió a mi bolsillo, lugar donde siempre guardaba mi celular, no notó el bulto que siempre creaba este…
Me frustré un poco y seguí leyendo a pesar de que no capté nada. Tenía que reeler la línea como tres veces antes de entender completamente, parecía una retardada que no captaba a la primera y debí leer cada palabra lentamente para digerir todo y poder comprender.
Maté la mayor parte del tiempo allí sin hacer nada, no ayudaba mucho a mi estado pero ¿Qué más podía hacer?
Minutos antes de que comenzara la siguiente hora y hubiese cambio de aulas, me encontré con una amiga española que igual estaba en la biblioteca y quien sacaba copias a un libro negro de geografía. Pregunté si quería mi ayuda y me la pidió amablemente porque realmente la necesitaba ya que copiaría todo el libro completo.
Comenzamos a platicar un poco, le pregunté cómo era su país y me contó muy explayadamente todos los lugares hermosos y que debía visitar si alguna vez iba a Barcelona. Lo extrañaba y cada detalle que me relataba le dibujaba una enorme sonrisa. Me percaté que nunca le pregunté cómo era Inglaterra… y al pensar aquello sacudí mi cabeza y volví a enfocarme en mi plática.
Era voleibolista, le encantaba jugar en la arena y su próximo partido sería la próxima semana. Me invitó y me dio cuatro boletos que tenía arrugados dentro de su pantalón capri.
Helga era rubia pero muy bronceada, tenía los ojos cafeces claros y era algo alta, sus mejillas creaban hoyuelos y se veía y era muy activa, envidié aquello porque me había vuelto demasiado floja.
Un minuto llegó a otro y cuando me di cuenta ya había llegado la hora libre que tenía aquél día. Me despedí porque ella seguiría allí y fui en busca de Cynthia para encontrarnos en el mismo lugar de siempre en la cafetería sur dónde tomábamos el almuerzo, platicábamos y hacíamos la tarea que se nos olvidó realizar.
Curiosa. La busqué pero no encontré nada…
Sus amigos estaban allí, todos excepto ella…
Lanthis no había asistido a Nikxor o quizás estaba en otro lugar…… Lo sabría en cuanto mi mejor amiga llegara.
-Oye, no asistió Lanthis a tu clase?- Intenté parecer calmada e indiferente mordiendo mi verde pera.
-Ahh no, eso iba a preguntarte. ¡Qué raro! Aunque tal vez fue por algo de la fiesta, no sé, es la única explicación- dijo comiendo su manzana roja y tomándole la mano a Kevin de un modo cariñoso. Los demás en la mesa charlaban de la fiesta y de todo lo que había sucedido, yo me quedé escuchando y asintiendo de vez en cuando.
Lanthis era la hermana de Arthur, no lo dudaba, eran demasiado parecidos en más de 4 aspectos pero entonces eso llevaba a que ella igual era…..
-Cathy, te sientes mal de nuevo?- preguntó Ryan mirándome preocupado sujetando el respaldo de mi silla.
Mi mente se había perdido volviendo a analizar características.
Compartían lo extremadamente pálido y fríos, aunque eso podría tenerlo cualquier persona, no sé porque tanto drama. Obviamente ninguna persona se podía mover tan rápido como él lo había hecho aquella noche pero, eso no descartaba ni apuntaba que ella igual fuese….
Vampiro…
Pasé todo el día distraída, me preguntaban algo en clase y contestaba incompletamente cuando me sabía la respuesta de pies a cabeza. Mi cabeza estaba atiborrada de otras cosas más importantes pero ¿Cómo explicárselo a tu maestro?
No me podría saltar más clases, sería muy irresponsable de mi parte y no me ayudaría en nada pero tampoco iría a la enfermería por pastillas, me atontarían más y no sabía ni qué me dolía físicamente, tal vez los codos… no obstante, ya estaban vendados.
Toda la hora anterior estuve temiendo mientras intentaba decidir sin siquiera enfocar mi vista en las letras del libro que debía leer. Podría irme desde ahorita de la biblioteca aunque sólo hayan pasado 3 minutos desde el cambio de aulas pero; ¿Valdría la pena?
Cuando me decidí al encontrar una buena razón cómo excusa, sentí el pánico en vivo. Los nervios se apoderaron de mí (algo tan común desde el día de ayer), el nudo volvía a crecer y casi desee no tener esófago para no sentir todo aquello.
-hey, ahorita vengo, si termina la hora y no regreso, te veo en el carro- dije a Cynthia susurrando para que la bibliotecaria no nos callara por estar haciendo demasiado ruido.
Ella asintió y siguió en su lectura sin hacer más preguntas, ahorrándome el trabajo.
Estaría él ahí?
Qué pasaría?
Qué le diría?
Para qué diablos iba para comenzar si ni siquiera había asistido su hermana y él no tenía excusa para venir una hora antes de lo normal?
Caminé en los pasillos algo llenos. Para algunos era su última hora, otros, estaban llegando.
Yo sujeté fuertemente mis libros contra mi regazo, me dolían mis codos pero era la única forma de calmar mi angustia creciente. Aparte, debía comenzar a dejar de quejarme, habían mayores dolores en el mundo que unas raspaduras en los codos…
Al cruzar las puertas que me pesaron como hierro, busqué la copia de llaves del Beattle de mi amiga entre los libros que tenía en mi mochila por sí mi predicción no se materializaba. Me coloqué a un lado para no estorbar la circulación de personas y quedé junto a uno de los oficiales que vigilaban la entrada principal. Al principio no le di importancia pero después me percaté que no dejaba de ver un punto fijo que estaba enfrente, tenía una mirada cómo de alerta y allí fue cuando descubrí que mis sospechas se habían convertido en realidad. Miré porqué en algún momento debía hacerlo…
Allí estaba cómo siempre estuvo, y hubiese sido tan normal unos dos días antes…. Pero no, ahora era extraño, muy extraño verlo allí. Una hora antes del momento en el que siempre llegaba y sin siquiera haber asistido su hermana a la universidad.
De alguna rara forma había adelantado mi acción o decisión y había llegado al minuto exacto. ¿Y qué tal si no hubiese decidido mentir que iba al carro para venir a echar un vistazo si él se encontraba allí? Él hubiese esperado en vano? ¿Cómo se había podido sincronizar tan maravillosamente?
Me dieron nervios, cualquier cosa podría ser la razón.
No sentí miedo aunque tal vez debía de, solo palpé un pinchazo descomunal que me alteró más de lo que ya estaba.
El día anterior me la pasé pensando la mayor parte de la tarde en cómo sería este instante (En el que me encontrara con él y tuviésemos que hablar de todo).
Casi me desmayé allí y estuve a punto de no dar aquellos pasos ya que repentinamente mis pies pesaron demasiado.
Esto sucedía?
Él se encontraba allí a unos metros?
Me miraba. Al levantar mi mirada y verlo vi que tenía los ojos en mí, incluso cabía la posibilidad que la hubiese tenido antes de que yo atravesara la puerta….
A lo lejos, podía admirarlo completo, se veía……. Subversivo, cómo si algo ocultara.
Esa era la razón por la que el guardia de seguridad no le quitaba la vista de encima tampoco y seguramente esto era lo que mi intuición intentó decirme la primera vez que lo vi y sentí atracción al mismo tiempo que un nerviosismo interno que me alteró.
Ahora encontraba el sentido a muchas más cosas.
Y gracias a que pensaba conocerlo…. Fue por la cual di aquellos pasos y mantuve en cierto nivel la calma completa.
Dejé de buscar mis llaves, ¿Realmente las utilizaría? Era evidente que no. Nos esperaba una plática.
Una parte de mi quería ir hacia él corriendo para llegar a abrazarlo y olvidar todo pero eso no fue lo que sucedió.
Como de costumbre, estaba parado enfrente de su carro aparcado con las manos en los bolsillos de una forma juvenil y desgarbado…. Esta vez acortó el paso no solamente tres cuartos si no que avanzó la mitad del camino que nos separaba.
En el trasfondo, muy pocas personas caminaban a la entrada o al estacionamiento haciendo caso omiso a lo que realmente pasaba.
Me quedé estupefacta, no tenía miedo, solo estaba sorprendida. DEMASIADO pasmada.
La mayoría de los adolescentes llegan a una etapa en la que no les interesa su futuro, en la que les vale todo, quieren vivir el momento, no les importan las consecuencias ni los resultados o las causas.
Yo, llegaba a un punto en el que me importaba absolutamente todo. ¿Qué pasaría entre Arthur y yo?
¿Qué eramos?
¿Que seríamos?
Que pasaría con todo?
-Hola Cathy, ¿Quieres hablar?- preguntó sin mirarme directamente y manteniéndo un metro de alejamiento lo cual despertó mi duda y consternación.
Verlo allí, frente a mí, sabiendo lo que verdaderamente era y más que nada mirarlo y no saludarlo con un beso… No podía ser cierto.
-Seguro- dije antes de respirar hondo. Aún no lo aceptaba, era un sueño, era irreal, no podía estar hablando con él tan pronto y no había planeado exactamente qué le diría, supongo que la espontaneidad sería mi única arma.
Caminamos y nos sentamos en unas jardineras que estaban allí cerca, gracias a que era hora de clases, no había mucha multitud a nuestro alrededor y la plática sería muy fácil de sostener.
Me interesó saber la razón por la que no propuso el interior de su coche y lo único que pude deducir era porque tal vez quería que estuviésemos entre gente, realmente pensaba que me causaba miedo o no había logrado tal grado de control de mis facciones para demostrar sensatez y ahora lo confundía con mi rostro y lo que este demostraba. Me hubiese mirado en un espejo antes de verlo.
Antes de que él pudiese articular palabra lo interrumpí.
- Arthur- solté una bocanada de aire, esto era más difícil de lo que pensé que llegaría a ser, mi mente se tornó en blanco, el vigor comenzaban a invadir -
no temo de ti, pero… Pero entiende que es algo costoso asimilar esto- expresé sin mirarlo frente a frente, sí veía aquellos ojos zafiro de plano no podría ser capaz de hablar.
-Lo siento demasiado- dijo suavemente y con cierto sentimiento que truncó mis sentidos.
No era ninguna experta en detección de voz o algo parecido pero podía jurar que esa disculpa estaba repleta de dolor y tristeza………. Arthur estaba realmente arrepentido y yo no sabía por dónde continuar.
Intenté respirar adecuadamente y pasé mi mano derecha por el cabello
-¿Cómo pudiste mentirme así?- dije más afligida que enojada, ahora parecía una típica chica reclamándole a su novio.
-No quise, yo…- levantó la mirada pero no le di tiempo para defenderse, a este punto tenía demasiadas cosas que discutir y quería dejar salir mi angustia.
-Confié en ti- interrumpí encarándolo sin posarme directamente en sus ojos maravillosos ojos.
Quería reclamarle, abrazarlo y seguir reclamando y después seguir abrazándolo. No sabía cómo reaccionar ante esta situación. La prudencia desaparecía levemente.
-
Realmente lo siento Allie. Fui un tonto al pensar que esto era lo mejor-
-¿Cuándo me lo ibas a decir? ¿Qué acaso la mejor forma era estar entre una batalla? ¿Saber todo esto de aquella forma? Tienes idea de cómo fue descubrir eso? Si de repente vieras que hay dos soles no te volverías loco?- dije algo impaciente parándome del asiento.
-Tienes que entenderme, no quise lastimarte, nunca querría hacerlo- Arthur se levantó de la misma forma dando un paso adelante pero enseguida retractándose y volviéndolo a poner en su antigua posición. No quería causar ningún temor en mí, tenía miedo de asustarme.
-Pues lo has hecho- dije con el nudo en la boca. Debía tranquilizarme o si no lloraría , algo que no quería sin embargo, era extremadamente difícil mantener mi postura serena.
-Lo sé y no me lo perdonaré nunca- bajó la mirada de nuevo.
Aún habían cosas qué averiguar pero quería abrazarlo y consolarlo, pedirle perdón por mi mala actitud, estaba siendo cruel.
-¿Qué fue verdad? ¿Qué acaso todo fue mentira? Acaso todo fue un engaño?- flaquee y levanté mi mirada hacía él viéndolo directamente y allí fue cuando un par de lágrimas corrieron y no evité dar aquellos dos pasos y medio que nos separaban para apoyarme en su pecho y desahogarme.
Subió sus manos esta vez sin dudar y me abrazó de la única forma en la que él sabía hacerlo. Sus brazos cómodos y firmes era el lugar en el que quería estar siempre y a pesar que deseaba creer que todo había sido verdad, debía escucharlo por él.
-No, claro que no ¿Esto era lo que te preocupaba?¿Cómo puedes llegar a pensar eso? Nunca. Todo fue real.. Cada momento-susurró intentando sosegarme antes de darme un beso en la coronilla.
–Te quiero tanto Allie --Entonces ¿Por qué me mentiste?- aún llorando me alejé de su regazo. Dolía no poder quedarme allí junto a él pero me sentía extremadamente mal, engañada.
¿Cómo asegurar que todo fue verdad? ¿Cómo saber si todo no fue sólo una trampa o sólo un juego?Me sequé las lágrimas con mis manos, logré tener un rápido autocontrol y en ese instante paré de sollozar.
-Lo siento, no sabes cuánto lo lamento Cathy- dijo mirándome con los ojos más tristes que su rostro podía dibujar. Mi pecho dolió al verlo así, no podía creerlo.
-Arthur yo.....Te hubiese comprendido, tal vez si, tendría un momento de shock pero cualquier otra persona reaccionaría igual que yo-
-No pude-
-No quisiste-
-No quise herirte-
-¿Y esto no es una herida?-
Posó su mano en mi mejilla para quitarme la última lágrima que bajaba rodando allí mismo. Su mirada exponía un intenso dolor silencioso; decepción, sufrimiento, angustia, más que nada perplejidad y lleno de tristeza.
-No te lo dije porque temía que las cosas cambiaran, no quería que temieras de mí pero debí pensar que eso es algo inevitable. Fui la persona más egoísta-
-No temo de ti, no me das miedo, solamente no es fácil de aceptarlo, corrompe con todo –dije volviendo a quebrantarme y él enseguida volvió a abrazarme.
No sabía qué sentir o qué pensar y mucho menos qué decir, todo se revolvía y tomar una decisión no era nada asequible ahora él presente.
A mis espaldas, noté cómo el número de gente que se localizaba en la entrada principal comenzaba a aumentar significativamente y él enseguida siguió mi mirada notandólo igual.
-Creo que deberíamos ir a otro lugar, tengo las llaves de Cynthia- le propuse con un suspiro.
Arhtur aceptó.
-Lo siento y sé que mil disculpas no solucionarán nada. Nunca quise que te enteraras de esta manera- su voz suave y su cara rígida miraban al frente.Parecía enfadado consigo mismo. La tristeza se admiraba en sus facciones duras que tenían como intención no demostrar nigún sentimiento en su rostro.
Dentro del rojo carro estacionado entre decenas y decenas de otros automóviles. Nuestras voces llenaban cada espacio del interior y afuera, la vida continuaba cómo si un vampiro y yo no estuviésemos discutiendo en el aparcamiento de una universidad en la ciudad de Brighton.
-¿Por qué no me has dicho que no diga tu secreto? Podría haberlo expuesto-
-Tomé la fácil decisión de confiar en ti y decidí que era hora que supieras todo-
-Cual otra opción había?-
-Hacer que olvidaras lo sucedido-Al escucharlo intenté pensar en las posibles métodos de realizar aquello de una manera lógica más no encontré ninguna.
-De qué forma?-
Esperó un momento antes de decir serio y aún sin voltear a verme:
-Mordiéndote-Las pistas se unieron y los nudos se ataron hasta formar la verdad.
-Andrea….- apenas y pude articular palabra al conocer la exacta razón por la que mi amiga no se acordaba de absolutamente nada de lo que había acontecido aquella madrugada.
Sentí que alguien me daba un golpe en el estómago y continuó haciendolo sin cesar....
-Perdón, no hubo otra forma- se doblegó y volvió a exponerse en su voz el sufrimiento que sentía en ese momento.
Me paralicé, me quedé atónita.
Un punto para la lista que decía “Razones para estar aterrorizada”
Pero……… podía manejarlo, estaba bien.
Había visto a Andrea en una clase el día de hoy y la noté completamente saludable así que solamente fue una medida de seguridad de parte de él….
Lo aceptaba................. Estaba bien.......¿no??
Sin mirar el reloj supe que no me quedaba mucho tiempo, pronto acabaría la hora y Cynthia saldría, por mientras, entraba en esta etapa de negación.
-No sé qué pensar o sentir, todo esto es tan confuso...- mi voz tembló junto con todo mi cuerpo. El pánico que estuvo oculto desde el principio comenzaba a asomarse.
-Te quiero Catherine, te quiero como nunca eh querido a nadie y ya no sé qué decisión tomar. Quiero protegerte pero si lo hago entonces me debo de marchar.....Soy un vampiro y no puedo cambiar eso. No soy conveniente para ti Cathy. Soy peligroso y mi egoísmo te quiere cerca así que estoy a tu disposición........ no quiero forzarte a nada. Si dices que me aleje eso haré y lo entenderé- respondió a mi lado tan quieto cómo una piedra. Sus palabras enigmáticas crearon la mayor de las confusiones.
Quería a Arthur, lo quería y eso me lástimaba en este instante.
-No te alejes……- respondí instantáneamente. No lo quería fuera de mi vida. Arthur, no había hecho nada significativamente malo, todo esta discusión era mi culpa.
- Yo lo siento Arthur, no debí ser tan ruda, es sólo….. Me hirió mucho el descubrirlo de esa forma y pensar que todo fue mentira…. Que lo nuestro nunca sucedió….- Inhalé , acción que físicamente me causó un dolor. El nudo estaba en mi boca y respirar igualmente lastimaba
–No eres peligroso y definitivamente no quiero alejarme de ti- dije mirándolo. Extrañandolo, aflijiendome al ver cómo el sufría , sus ojos delataban todo aun que él no quisise.
Siguió sin mirarme...¿Cúando estaría dispuest a hacerlo?
Exhaló fuermente.
-
Allie, yo….…. Debes saber todo de mí. No quiero mentirte más, no te embrollaré en algo en contra de tu voluntad …… - paró y al retomar su habla lo hizo en una escala reducida -
Bebo sangre, esa es mi naturaleza-
Clock
Llegamos un punto que ya había pensado horas antes y del cual nunca saqué una conclusión verosímil....
William era vampiro, y esa era su característica mayor
Bebedores de sangre…Y… sí, provenían de diferentes fuentes pero Arthur me develó lo que deseaba no escuchar.
-Humanos….. Solía alimentarme de ellos todos los días, en décadas atrás asesiné sin cesar- bajó su mirada a su regazó y volvió a propinarla al parabrisas.
No quería mirarme al decir aquello, se sentía apenado, decepcionado, enojado y estaba convencido que me perdería pero decía esto para que yo supiese absolutamente todo.
Mi corazón sonó tan fuerte que casi me aturdió. No estaba preparada para aguantar esto.......Él era Arthur de Brun, el chico que quería y ahora……. Que me estuviese hablando acerca de asesinatos..?..................Era insoportable. Era derrumbante……….. Definitivamente ahora mi posición no estaba definida ¿Cómo mantener una conversación de vidas humanas?
Respiré hondo, dificultosamente. El nudo me impedía hacerlo bien, comenzaba a sentir que me ahogaba, no obstante, había una esperanza….
-Pero ahora ya no..- aludí al escuchar su oración en pasado…. Quería decir que aquello ya no sucedía y aunque fuese algo que yo recriminaba automáticamente, podía aceptarlo porque Arthur ya no lo hacía.
-La ultima vez fue la segunda vez que te vi en mi casa..... -
Sólamente vi cómo apretó su barbilla creando unas linea en su mejilla.
Comencé con signos de hiperventilación. No podría con esto, debía parar, sus declaraciones modificaba todo. Lo convertían en alguien diferente.
Arthur había mencionado lo último que quise escuchar.
Me paralicé.
Un escalofrío recorrió no solo la superficie de mi piel si no todo el interior…. William........había....... había asesinado a alguien en menos de un mes… cuando yo ya lo había conocido......
-…. Por… porque?- pregunté sin voz y rememoré un mismo sentimiento, era prescisamente el mismo nivel de miedo que sentí en el parque Rumbish. La vida prácticamente se me salía. No lloraba porque estaba demasiado austada para eso.
-Por que no pude parar, son tan frágiles todos, mi instinto renació……….-Infinitamente desconcertada..... casi muriendo literalmente. No quería sentir esta aversión a él pero con cada palabra que decía sólo me daban más razones para temer. Eran cinco golpes más directos a mis entrañas.
-Hombres y mujeres y a niños por un tiempo, sin embargo yo ahora..- pudo decir antes de que lo interrumpiera.
Esta era la gota que había derramado el vaso.
La palabra
“niños” había esfumado toda moderación que aún permanecía en mi interior.
-Mounstruo- susurré automáticamente. Acción hecha por mi cuerpo, no por mí. La sangre helada corrría más rápido que nunca en mis venas. Casi casi ardía.
-¿Qué?- preguntó rápidamente Arthur con el mismo tono en que le hablé solo que al voltear, despúes de no haberme mirado por todo el tiempo que estuvimos en el carro de mi mejor amiga, su cara mostró un asombro inmenso en lugar de shock como expresaba la mía.
-Mounstruo – repetí aún en lo bajo pero estaba segura que él lo había podido escuchar.
Y el instante cuando por fin pude reaccionar por completo, me tapé la boca.
Quedamos en silencio completo alrededor de 5 segundos antes de que el hablase:
-Perdón - dijo con una voz temblorosa y aspera.
Abrió la puerta y al cerrarla desapareció y vi que en su lugar, en el asiento del copiloto, se encontraba mi celular.
Lloré, intenté contenerme y no obtuve el triunfo.
M sobrecargué en el volante y escondí mi rostro.
No sabía qué sentía exactamente, no sabía qué hacer y no me importaba, sólamente quería llorar y que todos estos sentimientos que amenazaban con explotar mi cuerpo salieran.
Lo quería tanto que dolía y había sido una completa estúpida al haberle dicho eso. Había reaccionado tan rápido que ni tiempo me dio mi mente para pensar lo que diría y ahora lo había herido profundamente y algo de mi sabía que no lo volvería a ver.